Gustavo caminaba por la calle florida constantemente. Entre la gente se perdía, sin prestarle atencion a nada ni a nadie, salvo en un lugar y con él adentro. Lo vio de lejos. Pero ya lo conocía hace rato. Gustavo siempre que pasaba lo veía adentro sobre el mostrador, casi resignado a morir en el negocio de su padre. Tenia muchos hermanos, pero ellos crecían y se iban. El tiempo pasaba y él se quedaba. Gustavo le fue tomando cariño, aun cuando no tenia trato con el. Lo veía ahí, con ganas de ser mas de lo que era, de mostrar de lo que estaba hecho y que servia igual que todos sus hermanos.
Gustavo sabia que el era más de lo que se veia y lo quería. Es mas, había conocido como el a varios, pero Gustavo le tenia un aprecio casi sobrenatural. No era amor, es demasiado eso. Sino algo más, inentendible. Llegaba a casa y pensaba en el, trabajaba y pensaba en el, desayunaba y pensaba en el. Es el compañero perfecto, pensaba. Para compartir la tarde, las penas, las alegrías, una torta, lo que sea. “Listo – decidió- mañana salgo de trabajar y lo paso a buscar”.
Determinado a cumplir su misión de tener un amigo mas, cruzo Corrientes eludiendo volanteros, “señor, me da una moneda?” y gente apurada por llegar a MC Donalds. Entró sin vacilar al negocio, lo miro y sin dudarlo le dijo a su padre: “Me lo llevo, no puede seguir acá encerrado desperdiciando su vida”. El padre de su nuevo amigo solo atino a mover la cabeza, señalo la puerta y guardo unos papeles que Gustavo arrojo antes de irse.
Qué contento se puso Gustavo con su nuevo amigo. Lo llevo al trabajo, lo presento con los compañeros, le mostró su oficina, su escritorio. Estaba tan contento. Su nuevo amigo vivió siempre en la calle florida pero nunca recorrió las librerías, las pizzerías, los puteríos… Todo eso se acabara ya que Gustavo entro en su vida.
Todo el día dando vueltas los encontró en la casa de Gustavo, cansados. El se quedo en la cocina, Gustavo se cambio de ropa. Volvió a la cocina, lo vio ahí, en la mesa y no soporto la tentación… se tomo otro mate mas y corrió al baño.
Tomar mate todo el día siempre le cayó mal a Gustavo.
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