24 mar 2010

Paso a Paso(Basado en hechos reales)

“Tengo una sola zapatilla y no se donde la dejo”


Luis ya arrancó la mañana mal. Encima que no paro de toser toda la noche, no encuentra la Adidas izquierda. Siempre la del pie derecho esta a mano. Pareciera que el destino lo bardea por estar así. Se viste con su buzo manchado de mandarino, el jogging gris encontrado en Sarmiento al 700 y la gorrita, infaltable, de San Antonio Spurs. No sabe que es, pero se la pone con orgullo.

“Acá está”, se sonríe Luis. Apoya las muletas en la pared de cartón, se agacha y se pone la Adidas. Bah, la Adidas en su pie izquierdo. La del derecho esta solo para recordarle que siempre se debe ir al medico cuando te pisan y algo en el cuerpo se pone morado, muy morado. Lastima que lo aprendió tarde, después que le apuntaran esa derecha que tiraba centros hermosos en la canchita del barrio. Pasaron 2 años de aquella tarde donde tiro su pie a la basura. Lo tiene en el fondo de su casa, el relleno ecológico del CEAMSE. Toma lo que quedo de la leche hallada días atrás en Puerto Madero, agarra sus tres pelotitas para hacer malabares y sale al pasillo. A trabajar.

Siente frío y apura el salto. El camión cartonero que lo alcanza a la estación de José León Suárez ya se va. Con la cabeza gacha se sube y saluda a Rolo, su primo y chofer. Arrancan por DeBenedetti derecho mientras Luis saluda con su mano a toda la Villa Lanzone. Es querido y cuidado por todos, sobre todo desde el accidente y la partida de su madre. Ahora él se hace cargo de su hermano y de la comida de su padre en la comisaría 9na de Villa Ballester. Se lo conoce por simpático, educado y “rengo boludo”. Nadie lo jode, nadie lo molesta. Es respetuoso y respetado.

Se sube al tren y se sienta al lado de su hermano. Hoy no quiere pedir monedas en el vagón. Acomoda las muletas en el suelo para no joder a los pasajeros. Mira por la ventana repitiendo las estaciones, repitiendo lo poco que aprendió a leer. Ya no se molesta si lo miran con desprecio, si lo ignoran. Luis devuelve cada mirada egoísta y soberbia con una sonrisa de oreja a oreja. Las caries visibles no importan, lo que importa es que sonríe.

Se baja en Retiro y se dirige a la plaza San Martín. Elude a cientos de personas que no parecen notar que camina con muletas, como para dejarle el paso libre. Sigue sintiendo frío, pero el sol salio y espera un día de esquina en esquina. Se para enfrente a la bandera en el monumento a los caídos en Malvinas y se da vuelta a contemplar la torre de los ingleses. No sabe que es una cosa o la otra, sólo sabe que la que flamea en el cielo es la bandera argentina y tiene una como puerta en su casilla. Hoy no agarra por florida, es martes, media mañana y todos están llegando tarde para trabajar. Mejor sube por Marcelo T. de Alvear hasta 9 de Julio y empieza su show. Humilde y con sonrisa careada, pero show al fin.

Llega primero su hermano a su “puesto de trabajo”. Siempre llega primero porque le juega una carrera a Luis, que lo deja ganar y con 14 años ya no esta para eso. Tampoco puede hacer mucho, Macri todavía no arregló las veredas para correr carreras en muletas.

El semáforo dice amarillo y Luis baja del cordón a la avenida de un salto y sin mirar. De repente, una moto le pasa cerquita de su Adidas. Una vieja y extraña sensación recorre el cuerpo del niño de la Villa Lanzone. Esto ya había pasado y le costó el pie derecho. Luis, que no había articulado una palabra desde que se levantó, desdibuja su sonrisa para gritar:



“Motokerodelortoylarecalcadaconchadetumadrehijoderemilputas!!!”

1 comentario:

  1. Realmente elocuente.
    Me gustó, sincero, realista.
    Como siempre, un gusto pasar por acá.


    (Sabés cuantos Luises vi hoy por la mañana)

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