Durante años, el pensador Carlos Molinari se había nutrido de tanto conocimiento que va por la vida volcando su sabiduría por cuanto lugar alberga un alma y un oido para escucharlo.
Su alta capacidad de oratoria, analisis y almacenamiento de hechos y protagonistas son legendarios por donde transita. Sus comentarios eran siempre acompañados por una risa cómplice y una afirmación con la cabeza.
Y en medio de sus interminables discursos, al pensador le gusta interactuar con su desprevenido público, lo que la mayoría de las veces provoca que el involuntario receptor de la cátedra diga: "no sé de que carajo me estas hablando".
geenial
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